miércoles, 30 de junio de 2010
El mundial acabo para México
Seguimos tocando este tema del futbol, pues simplemente porque me ha dado la oportunidad de ver a mi alrededor y validar comportamientos humanos.
El domingo pasado fue el último partido de México, partido en el que previamente, se hablaba de las posibilidades del equipo nacional y que tenía absolutamente todo para ganar… y me pregunto yo ¿Todo?
El caso es que observe como la gente en su mayoría a poyaba, estaban convencidos que ahora si pasaríamos, incluso fui testigo de un error televisivo, donde TVAzteca transmitió un dato que decía que era la primera vez que México pasaba a octavos fuera de casa... oh sorpresa, no lo hizo. También fui testigo de algo que comentaba en otra publicación, la gente negando una clara falta ejecutada por el Chicharito, y naturalmente cuando había apenas un rosón por parte de Argentina, alegaban.
Bueno, pero ese no es el tema que me lleva a escribir hoy. El equipo nacional, aunque una pequeña muestra, es un claro ejemplo de la sociedad mexicana. Tenemos todo para salir adelante, sin embargo no trabajamos como equipo por un bien común. El trabajo base lo tenemos bien, sin embargo ante un extranjero, ante alguien que se conoce como mejor que nosotros, agachamos la cabeza, aunque aun no confirmemos que si es mejor que nosotros.
En los medios electrónicos, luego de la derrota, se comenzó a propagar una serie de chistes y comentarios tanto sarcásticos, como llenos de furia. Dentro de estos me llego una caricatura donde todos se echaban la culpa, eh ahí una muestra de nuestra idiosincrasia, la culpa no es de uno, la culpa es de todos, por repelar de los directores técnicos, no escuchar a los dirigentes, no respetar sus decisiones y no trabajar en equipo. Esto simplemente replíquenlo al día día y pregúntense porque estamos como estamos… ahí tienen la respuesta, siempre nos quedaremos a la mitad, mientras no aprendamos a remar para el mismo lado, respetando autoridad, leyes, etc.
martes, 22 de junio de 2010
Honestidad, Identidad, Nacionalismo y Futbol
Mientras el partido de México, decidí hacer algo más creativo.
Justamente en estos tiempos de mundial, fui testigo de algo que no había sido lo suficientemente sensible para detectar. Personalmente no soy seguidor del soccer, sin embargo en los encuentros internacionales de cada 4 años, de verdad que me gusta verlo, me gusta ver como las diferentes técnicas se enfrentan, sin embargo, en esta ocasión, y probablemente porque me he sensibilizado en ciertas actitudes, caigo en cuenta que el ser humano, sin importar la nacionalidad, educación, o nivel socioeconómico, no es honesto.
La honestidad, dícese de ser honesto, decente, recatado, razonable, justo, recto y honrado. En pocas palabras, hacer lo correcto siendo sensible de nuestro entorno.
El mundial es el más claro ejemplo de esta tesis, solo basta estar viendo un partido en un grupo de personas ya sea una u otra nacionalidad, ya sea de un equipo o del otro. La gente se apasiona de tal manera que definitivamente hace a un lado la educación, el respeto, y finalmente la honestidad.
Durante un partido ocurren muchas cosas, lo increíble es ver que cuando ocurren situaciones donde el árbitro decide si fue o no una mano, de inmediato la gente justifica de las maneras más creativas de porque tuvo razón o no esa decisión. Si la decisión fue en contra de su equipo hacen rabietas mientras que si fue a favor, hacen burla aunque la repetición demuestre lo contrario, el inconsciente colectivo siempre va a justificar todo a su favor.
Todo esto, creo tiene una razón. El ser humano tiene una necesidad de identidad, necesidad de ser reconocido parte de un grupo. Los grupos siempre tienen algo en común, ya sea gustos, creencias religiosas, afiliaciones políticas, o simplemente características físicas. No creo que sea malo de ninguna manera tener estas afiliaciones, identificarse con personas afines es algo inevitable y enriquecedor, pero ¿qué pasa cuando estas afinidades comienzan a crecer de manera irracional afectando la tolerancia?
A inicios de los años 40 del siglo pasado, Hitler comenzó a tener gran relevancia con ideologías nacionalistas, y hasta racistas, basadas en la intolerancia y en el poco entendimiento que el aprender del vecino nos hace más fuertes, aprender de las diferencias es lo más rico.
Por la necesidad de identidad y la pasión irracional, dificultan esa apertura, y sinceramente no creo que el ser humano pueda llegar a evolucionar si no logra tirar esas barreras. Podemos hacer todo tipo evolución tecnológica, tener ideas grandes pero nunca se llegara a nada si la humanidad no se une, si nos olvidamos de fronteras, de género, raza, religión.
Si este mensaje toca fibras sensibles, significa que estoy cumpliendo con mi existencia en este lugar, lo importante es que todos aunque aparentemente sea una pequeña aportación hagamos eso, aportemos, pugnemos por ese cambio, por la unidad y diferencia, porque todos somos iguales y perfectamente diferentes.
Ah, claro y que gane el mejor, no importando la nacionalidad.
miércoles, 9 de junio de 2010
Es que ¡Siempre nos pintan como flojos!
En mi experiencia laboral, trabaje por casi 9 años en una corporación trasnacional, de la unión americana, de las más grandes del mundo, más recientemente he trabajado para una trasnacional mexicana, y he tenido la oportunidad de comparar y aprender de lo que podríamos llamar la idiosincrasia laboral de ambos países, he aprendido como nos ven a los mexicanos en el extranjero y también que podemos cambiar para mejorar no solo la imagen hacia afuera, sino también como cambiar para bien internamente y hacer de los lugares de trabajo algo que el empleado tomara como un lugar digno.
El mexicano es flojo
Si bien, es un hecho que en general, al mexicano se le ve en el extranjero como un flojo, no es una realidad corporativa y de manufactura, si esto fuera simplemente un hecho aceptado, las grandes corporaciones y manufactureras simplemente evitarían el generar fuentes de trabajo en él. Ahora, esta "realidad" si es aceptada por el común extranjero que no ha tenido ninguna relación laboral con mexicanos, y por ende podríamos definirlos como incultos. Ahora bien, esa imagen la debemos a un par de factores: a una serie de grabados que se popularizaron en la revolución donde se mostraba al mexicano dormido bajo un árbol; y a las películas de la época, también donde se mostraba en repetidas ocasiones que el mexicano perdía el tiempo durmiendo.
Afortunadamente este tema, como lo mencioné, ha ido cambiando poco a poco, ya que la gente que ha podido compartir el trabajo con mexicanos se ha dado cuenta que el mexicano, es una persona que trabaja muy bien y que está dispuesto a sacrificar tiempo, para que la tarea sea lograda. Claro que esto último también es una idea errónea que tenemos. Está bien que queramos dar el todo por que logremos nuestros objetivos sin embargo, el trabajo no es ni debe ser, la prioridad de nadie, y todos debemos trabajar para vivir y no vivir para trabajar. Ellos lo saben, pero como ven beneficio no nos lo harán saber ni nos exigirán que nos vayamos a nuestras casas para atender a nuestras familias. Claro, hay que ser flexibles, pues habrá momentos en los que existan proyectos que tenemos que agarrar con todo y entonces si sacrificar tiempo, pero son momentos especiales y particulares.
No perdamos tiempo en tomar las tareas, si bien saben que somos eficientes, también saben que nuestro fuerte no es el tiempo y por ello permiten que nos quedemos más tiempo a terminar lo que no terminamos, ya que perdemos de una manera importante el tiempo. En este caso de algo bueno derivo a algo definitivamente malo. Por ejemplo, llegamos a la oficina y perdemos 30 minutos en dejar las cosas ir a saludar y platicar el punto con los que ya hayan llegado, luego que vamos por el café y finalmente en nuestros lugares de trabajo el torque toma su tiempo. Definitivamente es bueno tener descansos y momentos de esparcimiento, sin embargo estoy convencido que exageramos, y los fumadores peor. Arranquemos a toda velocidad puntuales en nuestro lugar, vayamos a saludar a todos antes de nuestra hora de inicio, la hora de inicio es eso, inicio, no la hora en la que dejo mis cosas para luego a ver a qué hora comienzo a trabajar, evitemos perder el tiempo y respetemos el tiempo de los otros.
No te apures, son bien impuntuales
Otra fama que tenemos y esa si nos la hemos ganado a pulso es la impuntualidad, y para quitarnos esa, si hay que trabajar enormemente. Aquí si seamos honestos, como mexicanos tenemos un gran problema con el reloj, no lo consideramos como LA directriz, sino un indicador más. Este tema lo hemos tocado ya en un artículo por separado que abarca desde nivel personal hasta nivel laboral, si de verdad queremos quitarnos este estigma, es importante trabajar con el factor tiempo en TODOS los niveles de nuestra vida. Mis abuelos paternos estuvieron en la segunda guerra mundial, ambos estuvieron en la resistencia y me decían de la importancia del tiempo, ya que cuando quedaban de verse, por ejemplo, con alguien, que entregaría fotografías de trincheras, la cita indicaba hora y sitio, y solo podían esperar 5 minutos, si acaso no estaba la persona ahí en ese lapso de 5 minutos, debían salir del lugar, ya que era indicador de que algo había ocurrido y no podían arriesgar más. En México, una simple junta no puede, nunca, iniciar a la hora a la que fue programada.
Este es el peor de los males, el más marcado estigma que tenemos y peor aún, es el que muchos descaradamente toman de manera consciente y declaran pues así somos y que le hagan como quieran. Ya no voy a ahondar tanto en este, pues ya fue tratado por separado, sin embargo si quiero decir que si queremos un cambio en nuestra vida, este es el que más debemos trabajar. Si nosotros no respetamos nuestro tiempo, nadie lo hará. Cuando somos impuntuales no solo nos afectamos nosotros mismos, también afectamos a los que nos rodean y más a los que más queremos, nuestras familias. De verdad les aseguro que el día que respeten los horarios, sus vidas cambiaran enormemente para bien, podrán hacer más cosas, podrán dedicarle tiempo a su familia y podrán tener pasatiempos, podrán organizar su vida, así de fácil.
En el trabajo tenemos un horario para iniciar, no para llegar, un horario para salir a comer y otro para regresar y continuar, y finalmente uno para salir. Respetémoslos al pie de la letra, demostremos que en los horarios establecidos damos todo por el trabajo y nunca, como regla de oro, pidamos que se nos entregue 5 minutos antes de la salida algo que sabemos que tomara 1 hora preparar, eso es no respetar el horario de los demás, claro si se trataba de algo que la persona debió preparar desde la mañana, con todo exijan que les sea entregada.
Concluyendo, queremos cambiar la imagen y mejorar las condiciones laborales del país, trabajemos en estos dos puntos y hagamos que nuestros compañeros también se sumen y más importante, respetémonos. Establezcamos nuestras prioridades y nunca, bajo ninguna circunstancia permitamos que el trabajo tenga mayor prioridad al de la familia. Las corporaciones son ingratas, para ellas el empleado es simplemente un activo más y cuando ese activo deja de serlo lo cambia con una mano en la cintura y sin tocar el corazón, en las empresas el dinero es el dinero y la relación empleado empresa debe ser dejada en esos términos, tú me pagas por hacer X y yo trabajo y hare hasta lo imposible para cumplir con ese X y claro que podemos ser flexibles pues encontré la forma de entregarte X2 cambiando un poco y ahorrando dinero. Las compañías no son tontas, los activos que tienen un valor agregado serán siempre preferidos e incluso invertirán en ellos. En el trabajo todos somos reemplazables, en el hogar no, trabajemos lo más que podamos en respetando horarios, y el tiempo que nos quede dediquémoslo a la familia, donde si llegamos a faltar, si impactamos de verdad.
jueves, 3 de junio de 2010
¿Por qué será?
¿Por qué será, que en México el ciudadano común es tan unido, tan empático, tan jovial cuando la selección de soccer juega y gana?
¿Qué sucede en la psique del mexicano al ver los colores de la bandera en el extranjero?
Se emociona, se siente orgulloso de ser mexicano, lo invade la alegría, pero exactamente ¿Por qué?
Se sienten representados porque una pequeña muestra de mexicanos, y algunos no tanto, que demostraron finalmente que sí saben trabajar en equipo; demostraron que si se unen pueden vencer al campeón del mundo, pero… ¿en realidad que demuestra? NADA.
Como es posible que los mexicanos nos unamos tanto y cantemos de alegría con algo que en realidad no significa nada. El que le gane la selección a un equipo, sea quien sea, no genera ningún tipo de impacto, simplemente es un hecho que solo en unas mentes privilegiadas permanecerá pero que nadie más recordará y al final del día seguimos siendo un país tercermundista que sueña que del país vecino nos caiga algo.
¿Por qué en lo que verdaderamente importa no nos unimos? ¿No sería mejor demostrarle al mundo que no solo esos 11 individuos, sino que toda la nación puede trabajar en equipo? Sinceramente no entiendo de qué se sienten orgullosos si salimos a la calle y la gente sigue tirando basura, sigue pasándose los altos, sigue pisoteando a su vecino simplemente porque puede.
Veamos el ejemplo de la selección, este equipo ha demostrado que cuando trabajan juntos pueden ganar, sin embargo siempre sucede algo, siempre hay rencillas entre sus integrantes, siempre envidias y egoísmos y cuando estos comienzan a aflorar, es cuando comienzan a perder. Lo mismo sucede en la calle, en el trabajo y en el hogar, el potencial lo tenemos pero existen factores como la comodidad, los celos y envidias y la necesidad de sobresalir por sí solo, que invaden y nos hacen sucumbir. Naturalmente esto se ve acentuado con lo que ya he comentado antes, la consciencia, si seguimos inconscientes de nuestro entorno, ni trabajando juntos vamos a salir.
¿Quieren demostrarle al mundo de qué está hecho el mexicano? Olvidemos el futbol y comencemos a trabajar juntos, con el de junto, con la colonia, la ciudad. Señalemos al que no está jugando con las reglas, y enorgullezcámonos de llevar a un México a las listas de los mejores países.
Seamos el primero en algo que verdaderamente valga la pena, no en cosas como en las que tenemos el lugar número 1.
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